El efecto dominó de la nueva política internacional de EE.UU. para España

Estamos en Marzo, pero en el tiempo que hemos tardado en guardar el árbol de Navidad, el mundo ha cambiado más de lo que muchos esperábamos.
La nueva administración de EE.UU ha irrumpido con fuerza, sacudiendo la geopolítica global y poniendo en marcha una serie de decisiones que no solo están reconfigurando el presente, sino que van a definir las próximas décadas.
Desde el recrudecimiento de la guerra comercial con China hasta la incertidumbre sobre la OTAN, el rearme de la Unión Europea (UE) y los nuevos embates arancelarios en Norteamérica, cada ficha que cae altera el equilibrio global y empuja a la siguiente. La geopolítica del multilateralismo de las últimas décadas tambalea, y con sus últimos coletazos se están trazando los márgenes de un nuevo contexto global.
Seguir estos cambios en el día a día no ha sido fácil, así que aprovechemos para recopilar titulares y analizar este efecto dominó: veamos qué piezas han caído, cuáles están a punto de hacerlo y cómo quedará el tablero para España y las empresas españolas.

1. Los aranceles en China, el anticipado gambito de dama

En ajedrez, un gambito es una apertura en la que se sacrifica una pieza para obtener ventaja a largo plazo. Es una analogía ilustrativa, ya que permite recalcar que la imposición de aranceles por parte de la nueva administración a China está teniendo (y tendrá) un coste.
Si bien estos aranceles afectan más a la balanza comercial china, también representan un riesgo económico y político para EE.UU. La bolsa estadounidense se desplomó tras el anuncio, arrastrando a los mercados occidentales, mientras que Shanghái y Hong Kong se mantuvieron estables e incluso registraron un leve crecimiento. Los aranceles pueden tener un enorme impacto en sectores estratégicos para EE.UU, y no podremos dimensionar su efecto hasta dentro de meses o incluso años.
China, por su parte, ya se vio obligada a diversificar sus relaciones comerciales durante la primera administración Trump para mitigar el impacto arancelario. Se mantiene en superávit y, desde entonces, ha seguido expandiendo su influencia en Asia, África y Europa, reduciendo su dependencia del mercado estadounidense.
Más que centrarse en una guerra arancelaria de desgaste, Pekín podría optar por competir por su influencia geopolítica, aprovechando la fricción de EE.UU. con otros actores.

2. México y Canadá, dos nuevas fichas al caer

Si bien la guerra comercial con China era previsible, el verdadero golpe sobre el tablero ha sido la declaración de guerra arancelaria contra los socios comerciales históricos de EE.UU., afectando a países de la OTAN y la UE, con un impacto especialmente inmediato en México y Canadá. El anuncio de aranceles del 25 % a la mayor parte de las importaciones procedentes de estos dos últimos es, ante todo, una cruda declaración de intenciones para Occidente.
Canadá ya ha respondido con sus propios aranceles sobre EE.UU., lo que ha desencadenado nuevos tira y afloja en materia arancelaria entre ambos países. México, en cambio, ha optado por ganar tiempo: ha retrasado un mes la entrada en vigor de sus contramedidas y parece que apostará por estimular su economía interna.
La lectura de estas medidas de principio de legislatura debe ser política, y no solo económica. El enfrentamiento comercial con los socios comerciales tradicionales de EE.UU deja un vacío estratégico que, tratándose de geopolítica internacional, nunca tarda en llenarse. La UE, en particular, ha protagonizado el giro más significativo.

3. La Unión Europea acelera su apuesta por la militarización

El anuncio de aranceles del 25 % al acero y al aluminio ha profundizado la fractura comercial entre EE.UU. y la UE. En respuesta, Europa impondrá aranceles a una amplia gama de productos, desde motos Harley-Davidson y whisky bourbon hasta productos agrícolas e incluso embarcaciones: bienes emblemáticos o fabricados en estados clave para Trump.
A estas tensiones se suman las críticas de Washington a sus aliados en materia de defensa. La OTAN sigue siendo una pieza demasiado valiosa para que EE.UU. decida sacrificarla, pero para los países europeos ha sido una llamada de atención sobre su dependencia estratégica.
En respuesta, y en línea con una tendencia preexistente de convertir la inversión en seguridad en uno de sus ejes, la UE ha anunciado una inversión de 800.000 millones de euros en defensa, marcando un giro en su enfoque geopolítico durante las próximas décadas. Para dimensionar la magnitud de esta cifra, los fondos Next Generation, destinados a la recuperación de Europa tras la crisis del COVID-19, fueron de solo 750.000 millones de euros.
¿La clave? Las mismas dinámicas que están trazando una división con EE.UU. también difuminarán los contornos del mapa de aliados estratégicos de Europa. Los países europeos replantearán sus alianzas, lo que hará más que probable un acercamiento a nuevos socios. Ahí es donde España puede jugar un papel clave, y donde deberíamos tener puesta la mirada.

Conclusiones: ¿Cómo puede jugar España mientras el tablero se termina de montar?

Recapitulando, la estrategia arancelaria de la nueva administración estadounidense ha acelerado una serie de cambios que van más allá de lo comercial, con el consiguiente efecto en cadena:
  • EE.UU aumenta la presión arancelaria sobre China, reforzando una estrategia para frenar su desarrollo económico que podría resultar enormemente costosa.
  • Los aranceles se extienden a México, Canadá y la UE, en una declaración de intenciones que obliga a varios socios comerciales históricos a responder con sus propias medidas.
  • Ante la erosión de estas relaciones y la incertidumbre en torno a la OTAN, la Unión Europea acelera su inversión en defensa, con un futuro incierto sobre su grado de autonomía.
El impacto se multiplica en los sectores españoles más expuestos a estos cambios —como el acero, golpeado por los aranceles, o el sector de defensa, beneficiado por el aumento de gasto militar impulsado por tensiones geopolíticas—. Sin embargo, hay una cuestión de fondo con mucho más calado:
La guerra arancelaria es solo el epicentro tangible de un marco de cambios geopolíticos más profundos que están redefiniendo los bloques internacionales de las próximas décadas.
Ante este nuevo escenario, surge una pregunta clave: ¿Cómo continuará este “efecto dominó» y dónde deberían centrar su atención las empresas españolas? Para responder, se puede enunciar una predicción en base a los movimientos más recientes de la UE:
  • En España y el resto de Europa, el vacío que deja la erosión de las relaciones históricas con Washington provocará un acercamiento político y comercial a otras potencias, como China, India y América Latina.
  • En la UE, España saldrá reforzada, ya que es una de las economías menos afectadas por los aranceles; sus exportaciones a EE.UU. representan menos del 2% de su PIB, mientras que en Italia y Alemania alcanzan alrededor del 10% y en Francia cerca del 7%.
Estamos en un momento único de ruptura con el tablero del multilateralismo construido durante las últimas décadas. Las piezas aún no han terminado de caer y no sabemos el rol que tendrá cada jugador, pero ya podemos empezar a vislumbrar los contornos del nuevo orden internacional que marcará el futuro.
Aunque lo disruptivo de algunas noticias no deja de sorprendernos, una cosa parece clara: si no actualizamos el mapa con nuestra perspectiva internacional, difícilmente podremos sacar partido a las nuevas reglas del juego.

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